
Ulises y las sirenas. Museo Nacional del Bardo, Túnez. Siglo III a.C. Aunque aquí no vuelan, obsérvese las piernas de aves y las alas de las sirenas…
LA IMAGINACIÓN COMO LA REALIDAD TAMBIÉN TIENE SU HISTORIA…
Homero, en el siglo VIII a.C, habló por primera vez de las sirenas (Odisea, XII-166-200), pero nunca las describió en detalle. Sólo se refirió a ellas de manera abstracta. Fueron los pintores y escultores griegos posteriores quienes les dieron forma, y, para sorpresa nuestra, esa forma fue la de una ave rapaz con torso de mujer. El poeta Apolonio de Rodas (295-215 a.C.), varios siglos después, ya matizaba que son aves marinas. En época romana, otro poeta, Ovidio (43 a.C.-17 d. C), puntualizó que su plumaje es de color rojizo.
Durante la Edad Media, las sirenas siguieron siendo aves, tanto para católicos como cristianos ortodoxos…
No fue hasta mucho más tarde, en época medieval, que el inconsciente colectivo europeo empezó a olvidar la imagen clásica de las sirenas, sustituyéndola por la actual. En el Liber monstruorum (s. VIII) ya hace su aparción la sirena pisciforme (ver nota 1, al final del post) Durante el Renacimiento y el barroco, esta imagen se consolida. Tirso de Molina (1579-1648) –autor del primer Don Juan- las describía “la mitad mujeres, peces la mitad”. En la Heráldica se generalizó su aspecto marino. Es difícil determinar qué promovió el cambio de ave a pez. Tal vez influyó el conocimiento incompleto que se tenía de la Antigüedad (la arqueología es una ciencia reciente), o la necesidad de emparejar a las sirenas con los tritones, mitad hombre, mitad pez. El cambio se mantuvo porque favorecía el imaginario naval, que, en aquella época gustaba de decorar las proas con un mascarón en forma de mujer y los mapas con imágenes de sirenas.
Por último, la enorme influencia del cuento de Hans Christian Andersen, cuya primera publicación data del 7 de abril de 1837, terminó de consolidar la imagen de la sirena «pez», pero añadiendo un cambio sutil. Desde entonces, la iconografía tradicional de un grupo de sirenas, ha convivido con la representación de una figura solitaria y melancólica.
En 1913, Edvard Eriksen realizó la célebre estatua de la Sirenita de Copenhague, la capital de Dinamarca, patria de Andersen. Un modelo que sigue perdurando en el imaginario actual de la sirena, cada vez más alejada de su contexto simbólico original. La sirena de Andersen, en lugar de buscar la perdición del protagonista (Ulises), es víctima de uno de ellos (el Príncipe). Otro referente cultural menos conocido, aunque similar, es el de Rusalka, motivo de una ópera checa de Antonín Dvorak (1901), que con ella pretendía reavivar el folklore eslavo. Por cierto, Rusalka también es el título de un par de vídeos de animación realmente mágicos: uno realizado por Soyuzmultfilm (1968) y otro por Aleksandr Petrov (1977), así como de una película rusa seleccionada en 2008 a la mejor película de habla no inglesa. Muy recomendables para interesados en imaginarios alterantivos a Disney.
¨SIREN¨ Y ¨MERMAID»
El idioma inglés reconoce la distinción entre las sirenas antiguas y modernas. La sirena ave, es decir, la antigua se dice siren, y la que tiene cola de pez, o moderna, mermaid. De ahí que la película de Disney se titule The Little Mermaid (1989), y no La Sirenita, su traducción al español (Un ejemplo anterior es la película Mr. Peabody and the Mermaid, 1948). Por lo tanto, la sirena de Starbucks sea, en realidad, una mermaid, aunque muy particular, puesto que tiene no una sino dos colas de pez. No obstante, en la práctica, los propios ingleses tienden a olvidar esta distinción. Curiosamente, la web de Starbucks utiliza más el término siren que la palabra mermaid.
Entre los pocos artistas modernos que han conservado la imagen original facilitada por Homero y los pintores de la Antigüedad cabe destacar a Sir John William Waterhouse (1849-1917), que, como los artistas de su época, estaba dotado de una sólida formación clásica.

Sir John William Waterhouse, «Ulises y las Sirenas», 1891
Es el caso también de ilustradores clásicos rusos como el magnífico Ilvan Bilibin (1876-1942), cuyas sirenas siguen la descripción original de Homero.
La confusión «siren-mermaid» se enturbia con el de las ninfas y náyades (u ondinas), fabulosas criaturas que también adoptan el cuerpo de mujer en paisajes acuáticos, pero no marítimos sino de agua dulce: manantiales, arroyos, lagos, fuentes. Emparentada con ellas, cabe recordar al hada Melusina, personaje muy popular en la iconografía medieval, mitad mujer, mitad serpiente, que es descubierta mientras se baña en una bañera, y, a veces, es descrita también como sirena.
Un caso especial son las sirenas de Segovia, cuyo cuerpo es de león. Fascinante criatura, entre la «Esfinge», que tenía cabeza y pecho de mujer, cuerpo de león y alas, y la Sirena clásica, que, como hemos visto, también tenía alas, pero no cuerpo de león sino de ave rapaz. Otra sirena diferente es la «Sirenuca», nativa de Castro-Urdiales, en Cantabria. Cuenta la leyenda que su deseo es alejar a los marineros de los acantilados para que así puedan salvar su vida.
Otro caso especial es un cuadro del pintor inglés Edward Burne Jones en que las sirenas adoptan la forma de mujeres, sin partes de pez ni de ave, mujeres misteriosas, que parecen surgir más del mundo de los sueños…
EL DON OLVIDADO: LA SABIDURÍA…
Independientemente de su forma, aquí no acaban los malentendidos. Se suele pensar que las sirenas eran sólo mujeres atractivas dotadas de una melodiosa voz. No obstante, según Homero, las sirenas, como la serpiente bíblica, eran, además, fabulosamente sabias…
“Nadie ha pasado por aquí en su negro bajel, sin haber escuchado de nuestra boca la voz dulce como el panal, y haberse regocijado con ella y haber proseguido más sabio… Porque sabemos todas las cosas: cuantos afanes padecieron argivos y troyanos en la ancha Tróada por determinación de los dioses, y sabemos cuanto sucederá en la tierra fecunda” (Odisea, XII).
En otras palabras, con el paso del tiempo, las sirenas han perdido no sólo su forma original, la de ave, sino también la esencia de su personalidad, la inteligencia. Triste empobrecimiento de los mitos. En el cine, abundan las imágenes de sirenas, pero sólo en su versión náutica y física, con muy poca -o ninguna- alusión a su sabiduría. Existe una película clásica, Bathing Beauty (1941), que se tradujo al español como «Escuela de Sirenas», pero se trata de una escuela de natación, no de filosofía, ciencia o literatura. En agosto de 2014, se abrió en España la primera escuela de sirenas, que consiste en enseñar a nadar con una aletas en forma de sirena, olvidando el sentido original del término, es decir, que la verdadera escuela de sirenas debería ser aérea y no náutica. Además, una escuela de sirenas, recordando a Homero, debería incluir asignaturas como la interpretación del designio de los dioses. Un rasgo que, en modo alguno, forma parte del imaginario de la sirena.
En el año 2011, apareció un documental que, con apariencia de científico, pretendía mostrar auténticas sirenas (Sirenas. El descubrimiento). No obstante, las sirenas que mostraban eran, en realidad, eran criaturas acuáticas y poco inteligentes, aunque lo suficientemente astutas para mantenerse ocultas. Con todo, el recuerdo de la sirena homérica no se ha perdido del todo. Lo he encontrado, curiosamente, en el cómic. Al menos, en unas pocas joyas..

«La Odisea» de Marín Sauri

«La Odisea» de Giuseppe Bergman, ilustraciones de Milo Manara
De mito a recurso publicitario
En publicidad, una disciplina obligada a simplificar aún más que el arte, la sirena debía necesariamente ser reducida a estereotipo (antes que arquetipo), con el que expresar sólo cuatro categorías: belleza/alegría, belleza, pureza/salud y, por último, tecnología sumergible (waterproof).
- Belleza/Alegría. El cuento de Andersen, como hemos observado antes, se centra en una sirena solitaria y triste. Por el contrario, la publicidad prefiere mostrar a las sirenas en grupo, disfrutando de la vida. Tanto éxito ha tenido esta imagen que Freixenet repitió dos años su tradicional anuncio de navidad con el motivo de las burbujas bailarinas emulando Escuela de Sirenas (Bathing Beauty, 1944), una película clásica de Hollywood. Una imagen, en modo alguno, única ni nueva. Mucho antes la encontramos en un anuncio de limonada francesa…
- Belleza. Sea mitad pez mitad ave, la sirena es, ante todo, una mujer hermosa. Lógicamente, la publicidad ha sabido captar este detalle. Presenta, además, el aliciente de ser una belleza ligada al mar y la desnudez. Un detalle particular de su fisonomía, llama la atención: el cabello, que debe ser resistente por estar expuesto diariamente al salitre de las olas. Del cuento de Andersen, se recuerda, por otro lado, el deseo de la sirenita de perder su cola para poder caminar, es decir, el deseo de probarse unos zapatos. En consecuencia, las marcas de champú y zapatos lo tienen fácil. En estos anuncios, con el tiempo, se ha impuesto la imagen de la sirena solitaria, es decir, la de Andersen, que es la imagen más popular hoy en día del mito.
- Salud. La asociación agua-pureza permite ver a las sirenas anunciando medicamentos, una metáfora curiosa dado su significado tradicional de seres «destructivos». En estos casos, la imagen de la marmaid es más recatada, ya que la eficacia del medicamento se vería cuestionada con la imagen de una sirena demasiado sensual (la ciencia y la tecnología siempre piden cierto»recato»).
- La mutua médica Asisa, recientemente, se atrevió a ofertar sus servicios con un anuncio un poco más elaborado a nivel conceptual pero, quizás, demasiado confuso. En mis clases de branding siempre que utilizo esta imagen necesito explicar su sentido, un claro indicador de que el anuncio -aunque original- no cumple su principal cometido: la comprensión rápida.
- Sumergible. Existe, por último, otra asociación reciente, aunque poco explotada, que viene determinada por la moderna tecnología. Cualquier objeto rodeado por una marmaid pasa por ser resistente a las profundidades marítimas (waterproof) o ser entendido en temas acuáticos. Con todo, pocos anunciantes han explorado esta asociación, prefiriendo otros símbolos.
Y para terminar, un llamamiento
Las historias de sirenas suelen tener lugar en entornos marítimos utópicos, muy alejados de la realidad. Debemos a Greenpeace un llamamiento a la realidad. El destino de los mitos, como el del planeta, depende de nosotros. ¿Podrán las nuevas generaciones reconocer el contexto fundamental de la historia de las sirenas, ese mar ideal?…
NOTAS
1- “La mitología clásica en el Liber monstrorum”, en M. Alganza Roldán & P. Papadopoulou (eds.), La mitología griega en la tradición literaria: de la Antigüedad a la Grecia contemporánea, Granada, 2007, pp. 123-143. ISBN. 978-84-95905-89-5.
Esta referencia me la remitió una lectora del blog, Carmen Alonsa. Mi agradecimiento por la nota.
En relación al origen medieval de la imagen actual de las sirenas, también se puede consultar el siguiente artículo en internet: Álvaro Ibáñez Chacón, «Sirenas vs. Centauros: pervivencia medieva de un mito perdido», en la revista Florentia Illiberritana, núm. 28 (2017), Páginas 105-121
Para saber más de su influencia en el arte, y de manera especial, en la música, recomendamos el libro de Eugenio Trías: El Canto de las Sirenas, Editorial Galaxia Gutemberg (2007)
Felicidades!! Excelente investigación, bellamente ilustrada. Gracias 🙂
Muchas gracias Isa. Un saludo cordial y felices fiestas.
En el Liber monstruorum (s. VIII) ya hace su aparción la sirena pisciforme.
“La mitología clásica en el Liber monstrorum”, en M. Alganza Roldán & P. Papadopoulou (eds.), La mitología griega en la tradición literaria: de la Antigüedad a la Grecia contemporánea, Granada, 2007, pp. 123-143. ISBN. 978-84-95905-89-5.
Querida Carmen
Muchas gracias por la referencia. Añadiré el dato en mi entrada. Un saludo cordial.