Marcamos lo que elegimos

En junio de 2007, se hizo público el hallazgo del Mamut de Vogelherd. Además de su estética intrínseca, llamó profundamente la atención por su cronología: ¡35.000 años!, es decir, la obra de arte más antigua conocida hasta  entonces. Este mamut es 10.000 años más  viejo que la famosa Venus de Willendorf y 20.000 más que los bisontes de Altamira. Además, la estatuilla -que es minúscula, apenas 3,7 cm de longitud y 7,5 g. de peso- está tallada con enorme precisión. Justamente, este es el detalle que más interés ha despertado. Nicholas Conrad, director del Instituto de Prehistoria de la Universidad de Tubinga y quien realizó el descubrimiento, durante su presentación a los medios, afirmó: «La idea de que el arte empieza de manera sencilla para complicarse con el tiempo es errónea. El arte prehistórico que encontramos es perfecto, acabado. Lo es el mamut, que es la primera obra de arte figurativo que conocemos en el mundo».

Desde el punto de vista del branding, llama la atención otro detalle, pero antes es preciso mencionar una pieza del rompecabezas más sorprendente aún. Se descubrió en  mayo de 2009 y constituye la representación humana más antigua del mundo. Curiosamente, a diferencia del mito de Adan y Eva, es femenina y no masculina.  La figura data de al menos 35.000 años si no de 40.000. Está tallada  en marfil de mamut y muestra el primer símbolo sexual del mundounos senos y una vulva desproporcionados.

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En el lugar del hallazgo, la cueva de Hohle Fels («Roca hueca»), en Alemania, también se ha descubierto una flauta, considerada el instrumento musical más antiguo de la historia humana. En efecto, los neandertales, antes que nuestros antepasados, también tocaban la flauta (¿Quién fue el primer músico?), aunque, de momento, no se ha descubierto que hicieran ninguna escultura. En consecuencia, la nueva Venus confirma que el hombre prehistórico no solo tallaba figuras de animales desde “el principio” sino también humanas, algo que ha resultado una sorpresa para la comunidad científica.

A la luz de las evidencias disponibles, lo realmente destacado desde el punto de vista del branding es que aquellos artistas eligieron los temas de sus creaciones con gran detenimiento. Hay animales, pero no todos. Hay figuras humanas, pero no todas las posibles. En realidad, se trata de una selección. No biológica sino “simbólica”. Entre los animales, destacan  bisontes, caballos, uros, íbices, renos, ciervos y mamuts. La presencia de otros animales, como leones, rinocerontes y osos de las cavernas, es bastante menor. Muchos animales, aunque abundasen en su entorno, apenas fueron representados (peces, pájaros, lobos, zorros). Comprobamos que tampoco se interesaron por plantas, árboles ni, en general, ninguna alusión al paisaje, el sol o las estrellas. En realidad, pintaron dentro de cuevas, sin otro «firmamento» que esos animales simbólicos…

Las figuras humanas también son muy selectivas: mujeres en edad fértil, y, en oposición a los animales, representadas de manera «incompleta». Realismo para los animales. Abstracción para los humanos. Muchas veces, sólo son manos o esquematizaciones del sexo femenino. Ahora bien, como escribe Jean Clottes: “No es por falta de habilidad, puesto que eran diestros dibujantes en otros temas (recuérdese los bisontes de Altamira o la estatua de este mamut), sino porque así lo decidieron”. Y este es el detalle realmente significativo: la destreza al servicio de la selección «simbólica», o dicho de otra manera, de  la «identidad»

En el antiguo Egipto, el mundo de los dioses puede parecer un zoológico, pero se trata de un zoológico muy pequeño: no hay dioses con cabeza de burro ni de caballo, pese a ser animales de gran importancia para la economía. En las diferentes épocas en que se divide el arte encontramos el mismo principio: más o menos realistas, más o menos abstractos, los símbolos animales son siempre el resultado de una selección. Y, siendo como son humanas, en la actualidad, las marcas también hacen un uso selectivo de los animales para sus logotipos. Sea una estatuilla prehistórica, un icono religioso, o un logotio actual, lo importante es que el ser humano representa sólo una parte de la realidad. En una palabra, elige. Al igual que el arte, las marcas reflejan, ante todo, nuestra selección «simbólica»; eso es precisamente lo que nos marca, y es que, bien mirado, sólo una elección puede diferenciarnos. ¿Casualidad? «Brand» significa  marcar a fuego los animales seleccionados. Mucho antes de las palabras, mucho antes de los utensillos de hierro, el hombre utilizaba la mano, aunque, tal vez, con la misma intención: dejar una huella…

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